jueves, 9 de julio de 2009

Capítulo 29

Llego tarde a clase. Tendría que entrar a las ocho y media y ya son las diez. No he dormido nada en toda la noche pensando en qué le diría y cómo se lo diría a Rubén. Es un palo para el chico porque, pensad, ¿cómo os sentiríais si fuerais un chico que es rechazado por una chica popular y a causa de eso se ríen de vosotros todo tu instituto y gente de otros colegios y, encima, os declaráis a los dos días a vuestra mejor amiga y ésta también os rechaza? A este paso va a tener una lista de rechazos más grande que la de los reyes godos (y esta comparación es culpa de la mierda de la historia y las estupideces que nos hacen memorizar para repetirlas como papagayos un par de días y, después de vomitarlas en el examen, olvidarlas).

- Tengo que hablar contigo.- me dice Rubén parándome en medio del pasillo cuando salgo de clase.- Lo que te dije ayer… Me gustas no lo voy a negar. Llevo mucho tiempo intentando decírtelo, pero no me atrevía.
- M, ¿puedo hablar contigo? -interrumpió Miguel Ángel.

M soy yo. Aunque obviamente ese no es mi nombre, todo el mundo me llama así. ¡Como la canción! (Que bonita era, ¿verdad?)

- Si, un momentito. - contesté rápidamente.
- ¡Yo te quiero!- gritó Rubén en medio del pasillo.

Ojoplática total me giré para explicárselo a Miguel Ángel pero parece que no solo yo me había sorprendido. Parecía que había visto a un fantasma. Fue mirarle y decirle que no era lo que parecía (no había otra frase, ¿eh?) y empezar a caminar en la dirección contraria a mí. Vamos que se fue.

- ¡Espera!- grité dirigiéndome a Migue, pero ya era demasiado tarde.
- Yo -comenzó a decir Migue- venía a pedirte que vinieras conmigo al cine, pero ya veo que estás con otro.
- ¿Qué me dices? - preguntó Rubén mirándome con cara esperanzada. -¿Lo intentamos?

Mira, te juro que estuvo a punto de gritar por culpa de la situación. Sentía una impotencia tremenda por no poder decirle a Migue que no estaba con Rubén y que me encantaría ir con él al cine el sábado, pero no podía porque sería un palo muy grande rechazar a Rubén por segunda vez en una semana delante de todo el mundo. Ahí fue cuando hice lo que siempre creí que haría en una situación así: ¡correr!

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