Hola. ¿Qué tal todos? Espero que bien. Yo de momento ando un poco asustada. Bueno, no asustada pero sí avergonzada. Imaginaos por qué. Exacto, por la cita.
Antes de nada he de deciros que la huelga está cumpliendo con sus objetivos. Hemos conseguido que las clases de arriba se unan a nuestra petición, siendo así ya ciento cincuenta alumnos aproximadamente (siempre hay algún esquirol) los que hacen huelga en nuestro curso. Esa sería la versión oficial. La extraoficial contendría algún detalle más en esta información como la de que estas clases de nuestro pasillo empezaron a hacer huelga para perder tiempo (si mis cálculos no me fallan, con esto consiguen perder como mínimo media hora de clases al día, que ya es) y las del pasillo de arriba lo hacen por creerse guays y sobre todo por no ser los únicos que no la hacen (no se habla de otra cosa en el instituto, y no solo en nuestro curso, sino también en otros), pero mientras esa información no trascienda a personas que trabajen en el centro, ya sean profesores, directores, administrativos o limpiadores, no habrá ningún problema. Si se enteraran de eso, perderíamos fuerza ya que ellos no supondrían ningún problema y el verdadero número de alumnos en protesta no pasaría de treinta. Ahora parece que estamos consiguiendo algo. Ya hay varios profesores que están un poco mosqueados y han ido a quejarse al jede estudios y al director de secundaria. Si seguimos así seguro que en unos días nos dan lo que queremos. Calculo que para el miércoles no llegan. Por fin algo sale bien.
Y si una cosa sale bien otra ha de salir mal. Es la ley de la compensación de mi vida. La cita salió… no mal, lo siguiente. Íbamos a dar una vuelta para conocernos un poco mejor y todo ese rollo. Como podéis imaginar no era ni el mejor momento ni la mejor forma de hacerlo. Dos adolescentes vestidos a lo vagabundo (vagabundos bonísimos, todo hay que decirlo) intentado “aproximarnos”, no sé si me entendéis, por medio de Serrano que, para quien no lo sepa, es una de las calles más caras y pijas de la ciudad. Era como ser famoso por unas horas. Todo el mundo nos observaba. Además había ciertos momentos incómodos que preferiría no recordar. Yo soy graciosa. No entiendo por qué cuando estoy con él digo semejantes paridas. Y es que no doy pie con bola. Encima cuando me pregunta algo sobre mi pareja (si tengo, como me gustan los chicos y esas cosas) solo puedo articular sonidos incomprensibles. Eso sin contar con los silencios incómodos. Aunque casi fue lo mejor de la cita esos silencios, porque hubo alguna cosa que preferiría que no hubieran pasado aunque a cambio tuviera que quedarme calva. Vamos que no sé como enfrentarme ahora a él. ¿Qué hago cuando le vea?
Bueno yo me despido por hoy que esto ya comienza a ser más largo de lo habitual. Hasta mañana.
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