Miércoles ya, ¡qué asco de día! En medio de la semana ahí, que tienes lejos el fin de semana próximo y ya has olvidado el pasado. ¡Qué sacrificada es mi vida! En fin, paso a contar un poco lo que ha sido mi día de hoy.
Como he dicho, ha sido un día muy sacrificado, pues hoy he tenido el examen de ciudadanía. Si esto ya de por sí es algo que pone a una nerviosa (porque hace media más que nada, que si no…), imaginaos como estaba si a esto le añadimos el hecho de que era sorpresa. Nos dijo que sería el viernes. Uno le escuchó hablar al de ciudadanía con el de educación física para cambiar el examen a su hora del jueves y, gracias a eso, estábamos más o menos preparados, pero es que al final nos lo ha puesto a primera hora de la mañana en lugar de después del recreo (que es cuando tenemos educación física). Cuando llegué a las ocho de la mañana y me tiro en la silla y le vi entrar por la puerta de clase casi echo hasta el tampax del susto. ¡Qué marrón! Menos mal que el chaval no es muy avispado tuve diversas fuentes para enterarme de todas las respuestas.
¿Sabéis?, creo que hoy ha sido el día de la unión. Por primera vez en nuestras vidas todos nos habíamos puesto de acuerdo en algo: ninguno habíamos estudiado para aquel examen. El muy inocente se pensó que iba a pillar a todos los que intentasen copiar fijándose solo en la última fila. ¡Iluso! Se olvidó de las filas de delante. Fue como un canon musical. Todos los componentes de la primera fila del aula sacaron uno tras otro, con una diferencia de a penas unos segundos, los libros de la asignatura, buscaron por las páginas y empezaron a copiar. Después solo había que esperar a que las respuestas llegasen a tu sitio tras recorrer las filas anteriores a ti. ¡Sobresaliente asegurado!
Lo mejor de todo fue la cara que puso el tío cuando se marchó de clase. Tenía una cara de cabrón, digo de satisfacción, que no podía con ella. Se pensaba que nos había pillado a todos. Pobrecito. Creo que empieza a darme pena y todo. Espera un momento que lo piense… no, creo que no. Sería una arcada al pensar en él.
En fin, no hay nada más que contar por hoy. Mañana seguiré contándoos. Adiós.
Como he dicho, ha sido un día muy sacrificado, pues hoy he tenido el examen de ciudadanía. Si esto ya de por sí es algo que pone a una nerviosa (porque hace media más que nada, que si no…), imaginaos como estaba si a esto le añadimos el hecho de que era sorpresa. Nos dijo que sería el viernes. Uno le escuchó hablar al de ciudadanía con el de educación física para cambiar el examen a su hora del jueves y, gracias a eso, estábamos más o menos preparados, pero es que al final nos lo ha puesto a primera hora de la mañana en lugar de después del recreo (que es cuando tenemos educación física). Cuando llegué a las ocho de la mañana y me tiro en la silla y le vi entrar por la puerta de clase casi echo hasta el tampax del susto. ¡Qué marrón! Menos mal que el chaval no es muy avispado tuve diversas fuentes para enterarme de todas las respuestas.
¿Sabéis?, creo que hoy ha sido el día de la unión. Por primera vez en nuestras vidas todos nos habíamos puesto de acuerdo en algo: ninguno habíamos estudiado para aquel examen. El muy inocente se pensó que iba a pillar a todos los que intentasen copiar fijándose solo en la última fila. ¡Iluso! Se olvidó de las filas de delante. Fue como un canon musical. Todos los componentes de la primera fila del aula sacaron uno tras otro, con una diferencia de a penas unos segundos, los libros de la asignatura, buscaron por las páginas y empezaron a copiar. Después solo había que esperar a que las respuestas llegasen a tu sitio tras recorrer las filas anteriores a ti. ¡Sobresaliente asegurado!
Lo mejor de todo fue la cara que puso el tío cuando se marchó de clase. Tenía una cara de cabrón, digo de satisfacción, que no podía con ella. Se pensaba que nos había pillado a todos. Pobrecito. Creo que empieza a darme pena y todo. Espera un momento que lo piense… no, creo que no. Sería una arcada al pensar en él.
En fin, no hay nada más que contar por hoy. Mañana seguiré contándoos. Adiós.
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