lunes, 10 de agosto de 2009

Capítulo 51

¡Hola a todos! Hoy estoy histérica. Más bien ansiosa diría yo. No me sienta bien el estar encerrada. Nunca estoy en casa mucho tiempo y necesito salir aunque sea para bajar la basura. ¡Necesito salir! Me siento como un perro encerrado en su jaula esperando a que lo saquen de paseo sus vagos dueños. Menos mal que hoy lunes al menos puedo ir al instituto. ¡Ay madre! Creo que eso que he dicho es fruto de una enfermedad muy grave. ¿Me estaré muriendo? Bueno, que os cuento lo que ha dado de sí el día que no tengo muchas ganas de estar frente a la pantalla mucho rato.

Los lunes no suelen ser un día muy animado, al menos durante las primeras horas del día, pero hoy ha sido diferente. A las ocho menos cinco, hora en que llegué a clase, ya estaba casi todo el mundo reunido en el aula para tratar el tema de la huelga. Pensaba que eso solo sería el calentón del momento, pero a la gente le pareció divertido (o por lo menos original) y algunos hasta habían preparado algunas ideas para compartir con el resto de la clase. Tras muchas vueltas que le dimos al tema (los cinco minutos que tuvimos antes de empezar la clase, claro está) quedamos en un simple acto simbólico de huelga. Cada día en cada clase, a la media hora del comienzo de esta (coincidiendo con la mitad de esa clase, puesto que damos clases de una hora cada una) nos pondremos de pie todos los alumnos y guardaremos cinco minutos de silencio. Nadie hablará, reirá o contestará a las preguntas de ningún profesor. Ese es el plan.

De momento hoy lo hemos dejado en una sesión informativa dirigida hacia todos los profesores, incluido el de ciudadanía, y al director. Éste último se lo ha tomado en broma. Pues no sabe lo que le espera. ¡Que se preparen!

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