miércoles, 12 de agosto de 2009

Capítulo 53

Bien, bien, bien. Miércoles ya. La huelga continúa a día de hoy, pero de eso ya hablaré más adelante. Hay algo más importante que tengo que contaros que una huelga de estudiantes mal hecha. Ayer os dije que tenía que pedir hoy a Miguel Ángel una cita. Bueno, en realidad no se lo he pedido. Me acerqué a él para hablar del tema y cuando empecé a contarle los motivos por los que no pude ir a la cita del sábado me cortó al verse venir el resto de la conversación. Me dijo que él tampoco habría podido presentarse pero que yo me adelanté y que le gustaría volver a quedar conmigo o, mejor dicho, quedar conmigo, a secas, sin el “volver”, puesto que nuestro primer intento no surgió. Ya vuelvo a estar nerviosa, y no es para menos, ya que esta vez, como los dos estamos castigados, será el jueves, o lo que es lo mismo: ¡mañana! ¡Y yo con estos pelos! ¿Qué me pondré? No sé, me bloqueo cada vez que lo pienso. Vamos a aprovechar la tarde del jueves dando una vuelta. Él dirá que está en el gimnasio y yo estaré corriendo en el parque. Al fin y al cabo el deporte es salud y eso es necesario. No pueden castigarnos sin eso. Hasta aquí lo de la cita.


Vayamos ahora con el tema de la huelga. Cambios no ha habido si os soy sincera. Seguimos con nuestras reivindicaciones que comunicamos el lunes y aún no nos han hecho caso, pero puede que a partir de ahora empiecen a hacerlo. Ya no somos solo treinta personas las que hacemos huelga. En solidaridad con nosotros, las dos clases de nuestro curso que están en nuestro mismo pasillo (somos cinco clases en total, tres en mi pasillo y dos arriba) se han sumado a nuestra petición de rectificación del profesor de ciudadanía. Ahora ya somos más de cien personas en huelga (para ser más exactos ciento dos). Ahora nos queda convencer también a los de las clases de arriba a que se unan a nuestra huelga y ser entonces ciento cincuenta personas. A lo mejor de este modo conseguimos que nos aprueben.


Pues eso ha sido el día de hoy resumido en pocas palabras. No me enrollo más, no porque no quiera, sino porque tengo que pensar en qué ponerme para la cita con Ángel. Tendré que ir en chándal para que no me pilen, pero bajo la sudadera un top deportivo así mono y ajustadito va bien, ¿no?

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