viernes, 11 de septiembre de 2009

Capítulo 70

Hola a todos de nuevo. Siento lo que pasó ayer, pero ocurrió un pequeño imprevisto. Tranquilos que ahora mismo os cuento lo que pasó ayer en la playa.


Me retiré de la hoguera cuando algo me llevó a acercarme a la orilla. Estaba en la playa con mis amigos (algunos no tanto) y el tío que me gustaba frente a una hoguera junto al mar bajo una capa de inmensas lucecitas que me observaban a cada instante. No comprendía por qué aún no me había atrevido a decirle nada a Miguel Ángel. Nunca me había pasado algo así. Siempre me había gustado dar pequeñas señales y dejar que el chico se acercara a mí, pero cuando no funcionaba pasaba al ataque. Era directa. Sin embargo algo me pasaba ahora. Con él todo era distinto. No me atrevía. Puede que fuera porque era popular, porque era el ex de alguien con quien siempre preferí no enfrentarme o puede que sea yo la que haya cambiado. Aún no lo he decidido. Él decidió por mí. Cuando quise darme cuenta ya estaba a mi vera. Nos miramos con la inocencia de quien ve por primera vez a su futuro amor, como dos niños pequeños que se conocen sin conocerse. Pocas palabras hicieron falta para que nos fuésemos acercando poco a poco. Nuestros labios se aproximaron y, cuando a unto estuvieron de juntarse, un gritó perturbó el ruido de las olas. Algún idiota se había quemado con el fuego de la hoguera.


Ahí terminó aquel “mágico” momento. Corrimos al hotel a por crema para las quemaduras. A alguno les pareció algo “grave”, pero a la mayoría nos pareció la mayor rallada de la semana. Nos había cortado el rollo a todos.


Yo debo dejar de escribir aquí. Esta noche es la última que estoy aquí y habrá que aprovecharla. Además he recibido una nota: A las dos en mi habitación. No tiene firma, solo un pequeño dibujo de unas alas. Alas de ángeles… o demonios.

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